El proceso definido por el Design Thinking viene pautado por seis fases.

Design thinking, proceso

Área del problema

Las tres primeras fases centran la atención en el problema, obligándonos a exponerlo con claridad y redefinirlo tantas veces como sea necesario.

Es importante dedicar tiempo y esfuerzo a definir el problema. Un error frecuente es que a menudo partimos de una definición vaga y no contrastada de “lo que nos pasa” y centramos nuestras energías sólo en buscar la solución.

En estas etapas (clave para el éxito del proyecto y, en mi opinión, las más difíciles), debemos esforzarnos por “querer ver” cuál es el problema real, abriendo nuestra visión a elementos externos y no encerrarnos en nuestra opinión.

Es importante observar, preguntar, implicar al usuario final para obtener información sobre cómo interactúa con el objeto de nuestro “problema”. En su origen, ésta es una fase divergente, debemos tener en cuenta todas las variables posibles.

Una vez realizados los estudios pertinentes, debemos ponernos en modo convergente, para descartar las variables que no se centran en definir nuestro problema (quizás son causantes de otro, pero no de éste) hasta lograr definir el problema de forma explícita e inequívoca.

 

Área de la solución

Una vez definido el problema, ya podemos centrarnos en buscar la solución. Empezaremos, una vez más, con un proceso divergente, que aporte ideas. Existen múltiples métodos que potencian la creación de ideas en grupo, aunque el más conocido es el Brainstorming, no es el único.

Con todas las ideas encima de la mesa, iniciamos de nuevo un proceso convergente que nos permite limitar el número de soluciones posibles para testarlas de una manera ágil y práctica, mediante prototipos de tipo maqueta, rol play o lo que mejor se adapte a la idea que necesitamos testar.

Una vez más es importante implicar a usuario final, tanto en la generación de ideas (algún usuario final) como en su test (tantos usuarios finales como sea posible gestionar) para obtener feedback real y de fuentes no contaminadas por el proceso de búsqueda de la solución.

 

Un proceso iterativo y participativo del Design Thinking

En cualquiera de las fases en las que nos encontremos, debemos permitirnos revisar las anteriores. Así, si después de exponer el problema y observarlo en un entorno real no nos convence su definición, deberemos redefinirlo y volver a observarlo desde una perspectiva diferente.

Esta iteración debe ser ágil y no consumir muchos recursos, o el proceso se nos hará lento, pesado y por lo tanto, ineficiente.

Es igualmente importante establecer quiénes son las personas que van a formar parte del grupo de trabajo, tanto por el punto de vista que pueden aportar como por la actitud que van a desarrollar en el transcurso de todo el proceso.