¿Qué ocurre cuando juntamos personas de distinta edad, sexo y profesión y les retamos a enfrentarse a la magnitud que supone una hoja en blanco?

El objetivo de este experimento es reunir un círculo de personas de edades y profesiones muy dispares, para que, de forma intuitiva, espontánea y lúdica, generen una composición de secuencia creativa. Y a su vez, tal y como sostenía Nicolás Calas –vanguardista suizo– se revelase la realidad inconsciente del grupo que lo ha creado. No sé si hemos podido llegar a tanto, pero lo que está claro es que el resultado nos da pie a reflexionar sobre la creatividad.

Creatividad colectiva. Cadaver exquisit

Con este experimento no pretendemos que los colaboradores sepan dibujar. La idea es que cada uno deje volar su imaginación y así poder obtener un dibujo secuencial interesante y divertido. El resultado es sorprendente. El dibujo nos muestra cómo en cada fase los participantes han expuesto su mundo interior.

En el primer fragmento realizado por Txiki, actor de profesión, se puede observar una gran energía y complejidad. El abarrotamiento queda seguidamente contrastado por la sencillez del trazo de Santi, el benjamín del grupo. La ausencia de perspectivas y proporciones que nos propone Laura nos sorprende por la capacidad de síntesis, que poco a poco va adquiriendo más forma y orden a través de la aportación de la abogada Marta. El sombreado que vuelve a introducir Emanuele en el dibujo, junto con los detalles y las florituras, son elementos que como pastelero tiene muy interiorizados. Al igual que la capacidad ilustrativa e imaginativa que demuestra Alicia. Su trabajo como directora creativa hace que esté acostumbrada a este tipo de retos y su capacidad de componer queda claramente reflejada.

Los creativos tenemos que enfrentarnos constantemente a ese esfuerzo mental de juntar ideas y plasmarlas en una hoja o pantalla en blanco.

Para ser honestos, diremos que en muchas ocasiones hemos vivido esa sensación de tener la mente del mismo color que la hoja frente a la que estamos. Y para superarlo tenemos que colorear nuestra mente. Llenarla de estímulos, referencias de ideas que no llegan por sí solas, sino que hay que salir a buscarlas y vivirlas. Constantemente llenamos la cabeza de información, que aparentemente no tienen un uso directo o práctico. Pero que algún día, cuando tengamos que enfrentarnos de nuevo a la creatividad, nos remontaremos a esa vez que…